Las Maldiciones
En el pasado era muy común escuchar que si los hijos desobedecían a sus padres eran maldecidos y a partir de ese momento la persona maldecida se estancaba en todas las áreas de su vida y no podían ser prósperos, sanos y mucho menos felices.
En la actualidad nos encontramos con personas mayores que sostienen que el origen de sus bloqueos emocionales, económicos, sentimentales, laborales, etc., es una maldiciendo sus padres,
abuelos o antepasados, justificando así sus bloqueos actuales.
La palabra de los padres en el pasado eran consideradas como la voz de dios y teniendo en cuenta que los occidentales hemos sido de tendencia muy religiosa, el temor a nuestros padres era muy evidente, de ahí que hasta las maldiciones tuvieran un papel muy importante e influyente en la vida de los hijos.
Las maldiciones una protección o arma contra los enemigos de la Iglesia
Sabemos que religiones, como el cristianismo, han usado estas maldiciones sobre sus fieles que se alejan de la iglesia, sobre enemigos, blasfemos y toda persona que ellos consideraban una amenaza o enemigo de dios o de la iglesia. Por lo tanto, las maldiciones toman mucho poder dentro del pueblo creyente, ya que ven a la iglesia como una madre y a dios como un padre representado por el sacerdote, pastor, rabino, imán o líder religioso que le represente, convirtiéndose así en la mente del creyente, como una familia que conviven dentro de una comunidad donde la iglesia es la madre, el líder religioso es el padre y a los padres hay que respetarlos, creerles y obedecerles en todo. De ahí que las maldiciones tienen mucho poder e influencia sobre sus adeptos.
¿A quiénes afectan las maldiciones?
“Las maldiciones como la gripa afectan solo a quienes las llevan encima”.
Teniendo en cuenta lo anterior las maldiciones son creencias limitantes de nuestros ancestros que han llegado a nosotros, por medio de nuestros padres, religión, cultura y entorno, afectan especialmente a las personas que creen vehementemente en ellas.
Si quieres conocer al diablo ve a una iglesia.
Recuerdo los años maravilloso de mi niñez donde la vida trascurría sin mucha prisa en un ambiente sano, armónico y lleno de mucha naturaleza, amigos en la escuela, reuniones familiares donde se comían deliciosos manjares y disfrutábamos de la vida en familia. Luego llega el día domingo, día de ir a la iglesia a darle gracias a Dios por todas las cosas hermosas que nos daba, sin embargo, para mi siendo un niño de 7 u 8 años era toda una tortura ir a misa, pues el cura cada domingo hablaba del diablo, el demonio y los terribles castigos que nos esperaban en el infierno si dejábamos de ir a misa, por hacer otras cosas diferentes. También solía decir que la televisión era invento del demonio y que las personas que veían mucha tele se iban al infierno. En ese orden de ideas, el sacerdote del pueblo usaba las maldiciones para atemorizar al pueblo y asegurarse que cada domingo sus fieles iban a estar allí llevándole sus diezmos, primicias y ofrendas a Dios, cosas que yo constantemente cuestionaba y preguntaba a mis padres y adultos del entorno, diciéndoles que si el dinero que damos en la iglesia es para dios por que lo recibe el cura y no dios en persona, por que el personalmente no va por el dinero a nuestra casa y de paso que tome café con nosotros y así pasar la vida sin la necesidad de venir a este lugar donde el señor cura nos mete miedo con el diablo. Preguntas como esa me hicieron merecedor de muchos castigos, pues según mi familia estaba blasfemando.
Han pasado 35 años desde esas terribles experiencias del niño que iba cada domingo a la iglesia a encontrarse con dios y se encontraba con el demonio, pues el discurso del cura era siempre el mismo, un discurso de terror donde las maldiciones y amenazas proferidas a su pueblo eran las principales herramientas de manipulación y dominio que ejercía sobre ellos. Mas aún la situación de las religiones e iglesias del presente siguen los mismos patrones donde la gente que supuestamente acuden con el deseo ardiente en sus corazones de saber de dios, se encuentran con predicadores y personas que en un sermón de una hora usan 120 veces la palabra demonio, diablo, infierno, castigo y pocas veces la palabra Dios que se supone ser el centro del culto. Siguiendo los mismos paradigmas del pasado donde las amenazas y maldiciones se convierten en el vehículo perfecto para llevar a sus adeptos a estados de dominio total, donde pensar o actuar diferente les es segado y prohibido debido a la consciencia.
¿Cómo romper las maldiciones?
“Las que mas hablan de castidad a sus hijos son las prostitutas”.
Hay muchos métodos y mecanismos para liberarte de las “maldiciones”. Curiosamente las religiones que son las primeras en maldecir a las personas, promueven libros, rituales, oraciones y procedimientos para romper las maldiciones. Hace algunos años fue a una iglesia de garaje para satisfacer a un amigo que ya me tenia mareado o cansado de su insistencia de que allí iba a encontrar a dios, después de mucho tiempo de insistencia acepte y fui. Cuando llegué a ese lugar de repente se me vinieron a la cabeza los infiernos de Dante, pues allí las personas gritaban, se revolcaban por el piso, otras vomitaban, lloraban, etc. Mientras el líder religioso gritaba miles de veces en voz alta: “¡Satanás! ¡satanás!”. Yo muy curioso le pregunté a mi amigo que me había invitado allí: “¿Aquí a qué horas hablaran de dios?”. Él me respondió: “Ya lo estás viendo”, a lo que yo respondí: “Solo veo una histeria colectiva y a un pobre hombre loco con un micrófono en una tarima invocando al demonio”. Él muy indignado me dijo: “Por eso los cristianos no creemos en los psicólogos, filósofos y científicos por que creen que todo tiene que ser probado”.
La ciencia puede ser el camino?
Cuando tienes la certeza de quién eres, las maldiciones serán un mito.
Estando allí en ese lugar donde había tanta confusión por los supuestos demonios que habían tomado esos cuerpos, más la indignación de mi amigo por mi tranquilidad y actitud ante ese escenario, lo reté a hacer algo para demostrarle que no se trataba de demonios y que si bien habría alguna persona que posiblemente lo pudiera tener no se aplicaba para todos.
Entonces le dije: “Juan escoge a cualquier persona de las que están en crisis revolcándose en el piso y me la acercas o me llevas junto a ella”. Él lo hizo advirtiéndome que igual tuviera cuidado pues ese demonio de ella se me podría pasar a mí, yo le respondí: “Tranquilo Juan, yo asumo las consecuencias”.
Me acerco a uno mujer obesa de unos 35 años que gritaba constantemente: “La voy a matar, la voy a matar”. Tenía los ojos desorbitados y daban a entender que allí estaba pasando algo anormal, también se revolcaba y arrastraba por el piso como una serpiente, yo me acerqué a ella, le hable al oído y le dije: “Vieja (hp) tienes un minuto para calmarte o te hecho agua helada en tu cara”, en ese mismo instante dejó de moverse abrió sus ojos y me dijo: “¿Usted por qué me dice eso?”. Yo le respondo: “¿Usted para que hace eso?”. Ella se sienta se pone a llorar y dice: “Mi mamá se murió”, la sacamos de allí le llevamos a un lugar donde se tranquilizara y se inició con ella un tratamiento terapéutico y al cabo de tres semanas estaba recuperada.
Esta mujer, a quien llamaremos Magola, había perdido a su madre dos años atrás, y ella constantemente maldecía a Magola por no ir al culto y sostenía que después de muerta no la iba a dejar en paz si no se convertía. Que cuando muriera no lo iba a dejar dormir hasta que se arrepintiera. Fue así que Magola llegó a la iglesia que frecuentaba su madre y cuando el Pastor empezaba a reprender demonios ella se desesperaba y veía a la mamá que le decía te voy a matar.
En este caso, vemos la influencia de las maldiciones, también vemos dos formas de abordaje: la parte religiosa que estaban llevando a la locura a esta señora y la parte científica y terapéutica que le sanaron emocionalmente sus relaciones con su madre a pesar de que estaba muerta. Juan, que para ese momento estaba a punto de abrir su propia iglesia de garaje, entró en una profunda crisis que lo llevó a reevaluar sus creencias, estudió psicología y se convirtió en un conferencista internacional donde su discurso y predicción es el amor por uno mismo. Mogola a partir de su tratamiento terapéutico adelgazó y bajó el peso que tenía de más, abrió una academia de baile y hoy es una de las personas mas reconocidas en un género de baile terapéutico que ayuda a miles de personas a bajar de peso. Y yo Pastor Garía, sigo observando a la humanidad y tratando de ser una luz en medio de la oscuridad por medio de herramientas terapéuticas y poderosas como la terapia regresiva reconstructiva.
(Para mis amigos que están en otros países para que entiendan que es una iglesia de garaje en Colombia, son personas que se aprovechan del poco conocimiento y escolaridad de comunidades vulnerables y levantan edificios en zonas de desplazados, personas humildes y sin formación académica para venderles la idea de dios y así terminan despojando a los marginados de sus pocos bienes económicos.)
Las maldiciones son creencias limitantes y esclavizantes que afectan sólo a quienes creen en ellas, de ti depende en qué o en quién creer.
Bendiciones por mil Generaciones para ti y los tuyos.
Pastor García es un destacado Terapeuta Especialista en Terapia Regresiva Reconstructiva y en escuchar Personas, Consejero Escritor y Coach cuyo trabajo ha influido en la vida de miles de personas en todo el mundo, actualmente reside en Medellín, Colombia. Nacido en una familia con antecedentes de Depresión y enfermedades psicosomáticas, Pastor García fue enseñado sobre la difícil situación de la condición humana desde una edad temprana.
«Lo que es más importante para mí, es que mis pacientes reciban una terapia excepcional, brindada en el contexto de apoyo incondicional, sin prejuicios, aceptación, seguridad y compasión».
Cuando sea apropiado, permíteme alcanzar tu pasado y resolver aquellas cosas que aún pesan en tu alma. Juntos encontraremos una manera de trabajar en ello y encontrar las mejores soluciones para ti.