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El temor a morir y el niño interior
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19 de junio de 2017
elninointerior

El temor a morir y el niño interior

“Si mi papá se va de casa mi mamá, mis hermanitos y yo moriremos de hambre”, palabras de Juan, un hombre mayor de 57 años, durante una sesión de Terapia Regresiva Reconstructiva donde tratábamos su ansiedad por la comida. El temor a morir y el niño interior tienen una estrecha relación.

Desde la niñez, las personas aprenden sobre la vida y la muerte en el entorno más próximo que, generalmente, es su ambiente familiar y es a partir de allí que hacen su configuración sobre la vida y la muerte que luego al crecer y con el paso de los años van reforzando dicha configuración.

Para un niño la muerte tiene connotaciones y significados diferentes que para un adulto.

En el caso de Juan, que acude a terapia con el fin de bajar los niveles de ansiedad que le llevan a comer compulsivamente de manera permanente, el temor no era del adulto del presente que tenía 57 años de edad sino de un niño de 7 años que le tocó vivenciar los maltratos físicos y psicológicos de los cuales era víctima su mamá, además, de la separación de ellos como esposos; en este caso, el temor de ese niño de 7 años era el abandono de papá que representaba escasez económica en el hogar y, por ende, privación de los alimentos, ya que era el papá quien llevaba el mercado y los alimentos a casa. Aparte de estos temores, en una crisis escuchó decir a su mamá que ella sola no podía mantener a sus hijos y morirían de hambre. El niño al ver esta escena de dolor en su madre se sentía indefenso ante la incertidumbre de ella, que no veía posibilidad de la manutención de sus tres hijos de 7, 5 y 3 años de edad con quienes se tenía que enfrentar sola a la vida.

El temor a morir y el niño interior abandonado.
Juan ya estaba lidiando con los temores de su madre quien constantemente decía que morirían de hambre por estar sola con tres niños muy pequeños y sin un empleo que le generara ingresos económicos, además, empieza a sentir la soledad y el abandono por parte de su padre. El ambiente siempre estaba tenso y se sentía triste por crecer sin su papá. Su madre les tuvo que dejar en casa de la abuela para irse a trabajar a otra ciudad y solo lo podía ver una vez al mes, así, al pequeño de 7 años, le toca experimentar un segundo “abandono” y pronto comenzó a olvidar como eran los besos, caricias y abrazos de su mamá. Su abuela, quien era una mujer mayor y con muchas enfermedades, cada instante se quejaba de sus dolencias físicas y les insistía a los niños que tomaran la sopa y los alimentos para que pudieran vivir y no morir. Ese era su discurso.

El temor a morir o a la muerte es aprendido de generaciones anteriores.
En Juan se observa que la palabra muerte le genera confusión. Inicialmente, la escucha de su madre cuando se separa de su papá y, luego, al ir a vivir con su abuela, ella le dice constantemente que se tome la sopa y coma bien para que viva y no se muera.

En el cerebro inconsciente de Juan están las palabras de su abuela “come bien para no morir” que lo lleva a comer compulsivamente hasta llevarlo a la obesidad, enfermedad que padecía desde los 13 años, y no era el hombre de 57 años que comía descontroladamente sino su niño interior, abandonado por papá y mamá, quien comía todo lo que le ofrecían para evitar morir. En esta historia real podemos ver un vivo reflejo del temor a morir y el niño interior, cómo ellos se relacionan a partir de hechos traumáticos en la niñez y primera infancia. Ahora bien, es de vital importancia que al tomar conciencia del origen del temor y, en este caso específico de la obesidad, hacer correctivos para evitar el aumento de ambas situaciones y buscar la forma más sana y adecuada de reducirlos y, en lo posible, eliminarlos de la vida.

Sana tu niño interior y tus enfermedades físicas perderán poder en tu cuerpo y posiblemente desaparecerán.

Afortunadamente, Juan, al descubrir el origen de su obesidad que a la vez era el temor a morir, redujo la necesidad de comer compulsivamente, además, descubrió que su gordura, obesidad y volumen corporal eran una coraza o forma de protegerse de la muerte que, en su significado más profundo, representaba el temor de perder a sus padres. Al comer compulsivamente lo hacía como niño obediente para evitar que los papás se pelearan o se fueran de casa.

Juan, además de la terapia, inicia un proceso de nutrición humana y al cabo de 6 meses perdió el 40% de su masa corporal. Ahora, un año después, se encuentra muy bien y haciéndose cirugías estéticas para eliminar el exceso de piel que le sobra de su abdomen y otras áreas de su cuerpo. Está feliz y me permitió hablar de su historia cambiando su nombre por el derecho a la privacidad.

Al sanar tu niño interior, las enfermedades físicas van perdiendo protagonismo y poder en tu vida hasta el punto de, en la mayoría de los casos, desaparecer por completo de tu cuerpo y de tu vida. Esto aplica cuando el origen de las mismas es energético y emocional, pues al sanar los traumas del pasado, tu niño interior se liberará como el gran sabio y consejero que posteriormente te ayudará a alcanzar nivel de excelencia que quizás nunca habías soñado alcanzar.

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