El niño interior y su visión de la muerte
Todos sentimos el dolor ante la pérdida de un ser querido. El enfado, la tristeza, la impotencia y la necesidad de entender una realidad que conlleva a enfrentarnos al hecho de que la muerte es inevitable, nos llena de desconsuelo y desánimo.
En muchas ocasiones, los adultos creen falsamente que los niños no entienden la muerte.
Muchos niños no pueden despedirse de sus abuelos cuando fallecen porque los adultos no lo creen necesario.
Es increíble lo que podemos aprender de los niños y su relación con la muerte.
Aunque los niños sienten el dolor de perder a un ser querido, entre mas pequeños son, mas sabios se presentan. El niño, en su inocencia, habla sobre cómo somos almas eternas, y por eso, dejan partir a aquellos que abandonan su cuerpo físico. El niño recuerda los hermosos momentos, y se alegra entendiendo que, de alguna forma, la energía de ese ser volverá de una u otra manera.
Cuando alguien que amamos muere, nuestro niño interior sale a flote, y dependiendo de que tan sano o herido esté, nos servirá de consuelo o se convertirá en nuestro enemigo. Un niño interior sano manifiesta su dolor, y procesa su sentimiento de manera tal que logra conseguir abrazar a su adulto y darle la fuerza para seguir adelante. Un niño interior herido siente el dolor y lo procesa como un abandono, creando odio, sufrimiento y dolor, y buscando perpetuar ese sentimiento para recrear sus heridas antiguas donde otros también lo han abandonado.
La forma en la que llevamos nuestros duelos también son parte de nuestro niño interior. Un niño interior abandonado revivirá la experiencia de sentirse solo, olvidado, e indigno de ser amado. Hará que su yo adulto se comporte de manera hostil, y que se hunda en una profunda tristeza, recordándole que la vida no es un jardín lleno de flores, sino un sitio lleno de maleza que requiere de nuestro enojo para mantener nuestra supervivencia.
En una ocasión, durante el velorio de una señora mayor, escuche una conversación entre una madre y su hijo de 5 años. El pequeño niño veía como todo el mundo lloraba a su abuela, mientras el hacia todo tipo de preguntas. Llegando la hora de despedirse definitivamente de ella, le pregunto a su madre: Mamá ¿Sabes que pasa después de la muerte?
Su madre sabiamente, le dijo que no sabía la respuesta, pero le pregunto si él tenía alguna idea. Ante esto el niño dijo: “Cuando las personas mueren, su alma vuelve. Por ejemplo, el alma de la abuela volverá en los ojos de otra niña. Pero todavía quiero saber algo más: ¿Crees que esa niña se llame igual que la abuela?”
La madre no pudo mas que sonreír y contestarle lo mejor que pudo: “hijo, no lo sé, aunque creo que es mas probable que se llame de otra manera”.
Cuando nos aferramos al dolor que conlleva la muerte y no le permitimos a aquel que ha partido descansar en paz, llenamos nuestra vida de vacíos, falta de esperanza, y sufrimos eternamente, porque nuestro pequeño niño interior no puede entender que somos seres infinitos viviendo una experiencia terrenal.
Cuando asumimos la perdida y mantenemos el recuerdo de nuestros seres amados desde la perspectiva del amor y la alegría, continuando con nuestras vidas, nuestro niño interior se regocija al ver que lo escuchas y le permites mantener la felicidad y la ternura dentro de tu vida.
Si no logras superar el dolor del duelo por una muerte, es hora de que rescates a tu niño interior, que lo tomes en tus brazos y le expliques lo que aquel niño le explicó a su madre: Cuando alguien muere, no nos está abandonando, porque de alguna forma volverá, solo abandonó el desgastado cuerpo físico que había tomado para acompañarnos en esta vida.
En la Escuela del Niño Interior Sanadores del Alma Ayudamos a las personas a procesar el duelo desde la inocencia, creatividad y asombro del Niño Interior.
Pastor García es un destacado Terapeuta Especialista en Terapia Regresiva Reconstructiva y en escuchar Personas, Consejero Escritor y Coach cuyo trabajo ha influido en la vida de miles de personas en todo el mundo, actualmente reside en Medellín, Colombia. Nacido en una familia con antecedentes de Depresión y enfermedades psicosomáticas, Pastor García fue enseñado sobre la difícil situación de la condición humana desde una edad temprana.
«Lo que es más importante para mí, es que mis pacientes reciban una terapia excepcional, brindada en el contexto de apoyo incondicional, sin prejuicios, aceptación, seguridad y compasión».
Cuando sea apropiado, permíteme alcanzar tu pasado y resolver aquellas cosas que aún pesan en tu alma. Juntos encontraremos una manera de trabajar en ello y encontrar las mejores soluciones para ti.