Meditación Reconciliándote con tu Niño Interior
Con tus ojos cerrados, toma una respiración profunda… Profunda… Respira profundamente… Ahora, toma una segunda respiración muy profunda. Y una tercera respiración más profunda.
Ahora, allí con tus ojos cerrados, imagínate que te encuentras sentado en una banca, en medio de un hermoso jardín donde hay muchas flores, árboles, pájaros y fuentes de agua que corren por doquier. Hay algunos chicos jugando. Algunos niños y niñas que juegan en el parque. Juegan con una pelota, juegan también con sus mascotas y con otros animalitos. Es un espacio perfecto donde puedes estar y reposar, donde puedes descansar, donde te sientes a salvo, donde te sientes a ti mismo a salvo, donde todo está bien.
Ahora, imagínate que frente a ti hay un árbol muy grande, frondoso y hermoso. Puede ser un árbol muy antiguo, pero este árbol tiene una particularidad y es que en su tronco tiene un espejo. Es un espejo muy grande. Imagínate que ahora te levantas de tu banca y vas caminando hacia ese espejo que está incrustado en el tronco de ese árbol. Ahora, te ves a ti mismo tal como eres en este momento. De repente, empiezas a ver en el espejo que de tu pecho empieza a salir una luz, una luz muy grande…muy grande. Y esa luz se va haciendo más grande, más grande, más grande hasta cubrirte completamente y en medio de esa luz se abre una puerta. Imagínate que tu ingresas por esa puerta y ahora mismo ves que hay unas escaleras como en forma de caracol hacia abajo.
Imagínate que empiezas a bajar por esas escaleras de caracol hacia abajo y vas bajando, bajando y yo voy a contar de 7 a 1 y con cada cuenta vas a estar más relajado y profundo… más relajada y profunda… Y cuando llegue a 1 vas a estar abajo en una caverna. De repente, allí, te vas a encontrar con un niño muy pequeño o una niña muy pequeña. Y empezamos. Empiezas a descender por esas escaleras en forma de caracol. Empezamos 7, vas bajando… Vas bajando… 6… Bajando… 5… Bajando… 4… Estás más cerca, más cerca, sigues bajando, profundamente… 3 y ahora estás más y más cerca… Ya casi llegas… 2… Ahora más cerca y 1.
Ahora, te encuentras en esa caverna y frente a ti aparece un niño. Puede ser un niño de los 5 a los 7 años, más o menos, o una niña de los 5 a los 7 años. Acércate a ese niño o a esa niña. Posiblemente, ese niño o esa niña tenga miedo, tenga temor de ti. Es posible que ese temor se haya dado porque tú antes no habías sido consciente de su existencia. Entonces, es posible que te perciba, no como un extraño, pero sí como algo que se asemeje a un extraño. Él o ella sabe quién eres tú, pero aún puede tener miedo, desconfianza y algunas reservas como para acercarse a ti con toda confianza. Acércate a ese niño o a esa niña. Siente que está allí. Visualízale completamente de arriba abajo, de abajo a arriba. ¿Cómo es su carita? ¿Su carita es triste o llena de felicidad? ¿Puedes ver una sonrisa en la carita de este niño o de esta niña? ¿O puedes ver lágrimas, llanto, tristeza, dolor, frustración? ¿Cómo percibes tú a este niño o a esta niña aquí y ahora?
Ahora, estando muy cerca, ponte de rodillas y dile: “Niño te pido perdón por no haberte tenido en cuenta durante muchos años en mi vida, por haberte dejado abandonado en ese oscuro rincón de mi mente, de mi corazón, sabiendo que tú allí estabas y me podías dar tanta luz para tomar decisiones, para no sentirme tan solo en la vida. Si ahora mismo te sientes muy solo, posiblemente soy responsable de ello; mas no vengo aquí a excusarme ni a sacar excusas tontas, sino a pedirte perdón. Perdóname por no tenerte en cuenta en mi vida. Perdóname por no amarte, por no sentirte, por no abrazarte y por no acompañarte. Niño perdóname por haberte dejado solo en la infancia con tantos problemas, con tantas situaciones o broncas que no supiste manejar y que ahora de adulto esto aún me sigue afectando. Ahora, gracias por recibirme, por reconciliarme contigo pues necesito que tú también me perdones para estar bien, en paz conmigo mismo y contigo”. De la misma manera, tú mujer que estás haciendo esta meditación dirigida, háblale a tu niña y dile: “Mi niña, perdóname por haberte dejado tantos años abandonada. Por haberte dejado solita en la infancia siendo una pequeña niña con todos esos problemas. Situaciones dolorosas y broncas que posiblemente no supiste cómo salvar, cómo afrontar. Hoy te pido que me perdones y necesito tu perdón para ser más feliz y fluir con más facilidad, libertad en mi vida actual”.
Ahora, imagínate que ese niño o esa niña corre a tus brazos, se lanza sobre ti y te abraza. Ahora, abrázate a ti mismo o a ti misma, con tu mano derecha abraza y sostén tu hombro izquierdo y con tu mano izquierda abraza y sostén tu hombro derecho. Abrázate y en ese abrazo siente que es tu niño interior abrazándote, siente que es tu niño o niña interior abrazándote. Ahora, imagina que ese niño o esa niña te habla. Te habla con mucha dulzura al oído y simplemente te dice: “Te perdono, te libero de toda tristeza, de toda culpa, de todo dolor”. O, posiblemente, ese niño o esa niña esté muy herido y te diga: “Estoy muy herido (herida), muy lastimado (lastimada). Mis heridas son muy profundas y necesito que me ayudes”. Posiblemente, ese niño o esa niña te esté pidiendo ayuda a ti como adulto para ayudarle a sanar. Lo importante es que le escuches, que le entiendas, que le sientas y que percibas cuál es la emoción y el sentimiento que este niño interior tuyo o este niña interior tuya tiene allí y trata de amarle, de abrazarle; y deja que llore sobre ti, sobre tus hombros, si necesita llorar, si necesita liberar esa carga emocional, ese exceso de energía, de cargas emocionales. Y si ese niño o niña está muy feliz, entonces, permite que sonría a carcajadas sobre ti o con la curiosidad y libertad con la que sonríen los niños.
Ahora, siente el asombro que ese niño o esa niña está sintiendo de tenerte allí. Ahora, dile: “Nunca más vas a estar sola mi niña. Nunca más vas a estar solo mi niño. Siempre voy a estar contigo. Te doy gracias por haber nacido, te doy gracias por haber venido a mi vida y estoy muy orgulloso de ti (estoy muy orgullosa de ti). Gracias mi niño, gracias mi niña. Te amo.
Ahora, imagínate que hay una luz muy hermosa que te rodea a ti y a tu niño interior o a tu niña interior. Hay una luz que los rodea a ambos allí y, ahora, ese niño o esa niña se va volviendo muy, pero muy pequeño, muy pequeño, muy pequeño, muy pequeño, muy pequeño. Y, ahora, se abre tu pecho, tu corazón y ese niño o esa niña ingresa allí. Y allí se va a quedar contigo para siempre. Y recuerda, siempre que necesites hablar con este niño, con tu niño interior o con tu niña interior, mira hacia tu corazón y allí lo vas a encontrar con una sonrisa.
Respira profundamente, ahora tu niño o niña está dentro de ti. Te has reconciliado con él o con ella. Si quedaron cosas pendientes, luego vuelves a hacer este ejercicio. Si no sabes cómo hacerlo, repite este ejercicio constantemente; de esa manera, lo haces una y otra vez hasta que percibas que tu niño o niña interior esté sano(a).
Ahora, visualízate que al lado derecho de esa caverna se abre una puerta y hay mucha luz allí. Ve por esa puerta. Al salir, te encontrarás nuevamente en el parque en la banca y donde hay un cofre o un baúl. Ahora, abre ese cofre pues allí hay un regalo para ti. Este niño o niña interior ha dejado un regalo para ti. Abre ese cofre y mira dentro de él. Ahora, ve ese regalo y te pregunto: ¿Qué sientes al ver ese regalo? ¿Cómo te ves allí viendo ese regalo? ¿Cómo te percibes a ti mismo? ¿Qué pensamientos te vienen al ver ese regalo? ¿Para qué te va a servir ese regalo en tu vida actual? ¿Qué beneficios puede traer para ti?
Respira profundamente, integra ese regalo y esa energía bonita a tu corazón y cuando estés preparado o preparada abre tus ojos y escribe tu experiencia de reconciliarte con tu niño interior.
Pastor García es un destacado Terapeuta Especialista en Terapia Regresiva Reconstructiva y en escuchar Personas, Consejero Escritor y Coach cuyo trabajo ha influido en la vida de miles de personas en todo el mundo, actualmente reside en Medellín, Colombia. Nacido en una familia con antecedentes de Depresión y enfermedades psicosomáticas, Pastor García fue enseñado sobre la difícil situación de la condición humana desde una edad temprana.
«Lo que es más importante para mí, es que mis pacientes reciban una terapia excepcional, brindada en el contexto de apoyo incondicional, sin prejuicios, aceptación, seguridad y compasión».
Cuando sea apropiado, permíteme alcanzar tu pasado y resolver aquellas cosas que aún pesan en tu alma. Juntos encontraremos una manera de trabajar en ello y encontrar las mejores soluciones para ti.