Coaching del adulto mayor

El coaching del adulto mayor o de plenitud es uno de los servicios más gratificantes en el campo profesional del Coaching, pues al ayudar a estas maravillosas personas a retomar su plan de vida o a rediseñarlo, nos encontramos con grandes sorpresas, al ser nosotros cocheados o entrenados por ellos, pues la inmensa sabiduría de los años de experiencias vividas en diversos campos del conocimiento los hace grandes maestros de los cuales todos tenemos mucho que aprender.

Después de algunos años trabajando en fundaciones como terapeuta, asistente social en gerontología y voluntario en algunos ancianatos o hogares de ancianos, entre ellos el de la Divina Misericordia donde soy benefactor, he descubierto la belleza de la sabiduría que se oculta de tras de las canas, la soledad y abandono en que viven estas maravillosas personas que le sirvieron un dia a la patria, la sociedad o que simplemente tuvieron una familia da la cual no saben nada, pues desconocen su paradero y las últimas veces que les vieron fue años atrás cuando fueron a internarlos en uno de estos hogares.
Acompañando a los abuelos en muchísimos procesos descubrimos un potencial que está quieto y que cuando le das un empujón y sienten tu apoyo y compañía vuelven a resucitar los sueños de aquellos que solo comían y dormían.

El Coaching del adulto mayor o Coaching de plenitud está diseñado para acompañar a las personas de la tercera edad que por estar jubiladas, pensionadas o solamente retiradas del área laboral, se perciben como incapaces, inservibles, obsoletos o que ya cumplieron su misión de vida. En este caso, el Coaching del adulto mayor o Coaching de plenitud, reactiva las baterías y memorias de excelencia que estos maravillosos maestros conservan intactas, llevándolos a otro nivel de plenitud, donde al salir de su zona de confort donde fueron confinados por terminar su vida laboral; porque los hijos crecieron, se fueron de casa y les abandonaron o porque quedaron viudos, etc. Al sacarles de allí y reactivar el potencial vuelven a vivir pues empiezan a tener nuevas experiencias a través de compartir sus conocimientos con las personas de su comunidad, empiezan a hacer algo que aman o simplemente siempre quisieron hacer pero las circunstancias de la vida no se los permitió y hoy deciden hacerlo se ponen en marcha y disfrutan de la vida a toda plenitud.

En una ocasión, mientras visitaba un hogar de ancianos llevándoles presentes de navidad, mis ojos se paralizaron al ver allí a un hombre muy brillante que años atrás había sido mi maestro de filosofía en la universidad, aquí le llamaremos Merlín por conservar su identidad. Para ese momento Merlín tenía 77 años y unos años atrás se había pensionado de su trabajo, luego enviudó y sus hijos más cercanos se encontraban a 4 horas en avión.

Llenándose de tedio por su soledad decidió rentar su vieja casa donde se casó tuvo a sus 5 hijos y había vivido allí los últimos 50 años. Rentó su propiedad y se fue a un hogar de ancianos para no sentirse solo.
Allí se encontró mucho más solo y para el momento que lo encontré se estaba muriendo de una terrible depresión.

Para acortar un poco la historia inicié unas visitas regulares al lugar con el fin de acompañar a mi ex maestro en sus últimos días. Una tarde mientras bebíamos café y hablábamos sobre filosofía yo le propuse “atrevidamente” hacer un proceso de Coaching a lo que él accedió con cierta curiosidad. Allí el recordó que siempre quiso dar clases sobre pintura y escultura (tallar imágenes en varios materiales), mas por dedicarse a la docencia universitaria de la filosofía olvidó su pasión de artista y maestro de artes. Al día siguiente, tomándome nuevamente el atrevimiento y con previa complicidad de la directora del lugar, llegué con dos personas que querían aprender escultura y con la ayuda de mi equipo de trabajo improvisamos un taller en el jardín de aquel hogar. Cuando Merlín vio esto se enfadó mucho, cerró su puerta y estuvo allí adentro encerrado por media hora, de su habitación salín insultos hacia mí por entrometido y grosero. Después de esos 30 minutos decidió salir y se encontró con los dos aprendices que yo había llevado y otros 10 más del hogar de ancianos que querían aprender a moldear la arcilla. Sus ojos saltaron en lágrimas y de inmediato empezó a enseñarnos.

Un mes después regresó a su casa y la convirtió en una academia privada donde enseña a niños y jóvenes de escasos recursos estas bellas artes. Ahora tiene 83 años está lleno de vida y se ha ganado varios premios y reconocimientos por su altruista labor que le devolvió la vida.

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En este caso el Coaching del adulto mayor o Coaching de plenitud se integró con un proceso de mentoring donde el resultado fue inmediato.